Berlin - Retorn a la Memòria

Berlin-Rückkehr zur Erinnerung. Galerie Sievi, Berlin (Alemania) 2009


BERLÍN – RETORN A LA MEMÒRIA Retorno a la memoria

Obra del artista mallorquín Miquel Mesquida, entre 2006 y 2009

Como lugar de exposición, Berlín tiene naturalmente para el artista un significado muy especial. Por un lado, es después de Ingolstadt su segunda exposición en Alemania y por otro lado, es su sueño convertido en realidad: mostrar su obra en la ca- pital de la cultura y el arte de Alemania y actualmente quizás también de Europa. En el título de la exposición exterioriza sus emociones más profundas, su gratitud y esperanza, puesto que para él el ser humano en este mundo posee muchas vidas y él personalmente regresa ahora a un pasaje de su vida, en el cual ya se creyó ver en el pasado.

Miquel Mesquida Sansó nació en el año 1954 en Mallorca y a la edad de 25 años llevó a cabo su primera exposición. Después de abandonar más tarde la pintura y durante algunos años diseñar decorados para el teatro en España y Europa, en 1994 regresa a Mallorca y se dedica por completo a la pintura; a partir del año 2005 realiza exposiciones con regularidad. El artista vive en Mallorca con su esposa.

En agosto de 2007 nos encontramos con Miquel Mesqui- da y le conocemos a él y a su esposa personalmente —nue- stra amistad progresa y le ayudamos a que se le conozca fuera de Mallorca—. De nuestras conversaciones aprende- mos poco a poco que percibe el mundo con sus sentidos. En su trabajo combina indicios del expresionismo y de la inter- pretación abstracta con elementos místicos. Trabaja sus su- eños, pensamientos, visiones y emociones. En sus trabajos se halla la profundidad, la fuerza expresiva y la complexidad elementos que no se perciben a simple vista sino que de- ben descubrirse y hay mucho por descubrir en sus pinturas.

Estamos profundamente agradecidos a Brigitte Sievi y los ge- rentes Frank Schöppach e Guido Riedel de la empresa LMBG, quienes han hecho posible esta exposición.

Ulrike Hieronimus y Dr. Georg Richartz
octubre 2009


Entre el mito y el presente – El pintor Miquel Mesquida

Pegaso y Minotauro – y el gigante Polifemo de un sólo ojo. Con ellos nos encontramos en sus trabajos; arquetipos, símbolos y el paraíso perdido. Sin duda alguna uno se labra aquí su propia mitología, emprende la búsqueda de lo arquetípico, del símbolo más allá de lo descriptible, en lo más adentro del propio subconsciente.
Nada queda más lejos del pintor que un misticismo sin sangre, etéreo.
El rastro del pincel revela una mano ágil y segura que sigue el dictado de la intuición; una forma de contornos claros da con un colorido expresivo. Mesquida limita su instrumental a pocos e intensos y casi siempre colores inquebrantados renunciando a la ilusión y a la visión centralizada. La limitación radical de los medios implica un fuerte impacto resultante de la intensidad de la expresión. Sin duda, Mesquida nos niega la clave del significado, los elementos concisos, la manifestación sencilla; la notable ilustración del saber elemental no es lo suyo.
Su pintura no es fácil de clasificar, hecho que representa uno de sus caballos de batalla.
Como autodidacta Mesquida tuvo y tiene un riesgo menor en el hecho de rendirse a modas y tendencias más corrientes –o de someterse al estilo de un maestro prepotente–. Nunca complaciente, custodia para sí su poder original de expresión e intensidad. Existe una manifestación clara de las predilec- ciones, las pautas, las cuales no obstante se integran en una sola lengua de imágenes propia. El contorno negro, que circunda con frecuencia las figuras, y también el uso del color nos recuerda al expresionismo alemán; los efectos de collage surrealista remiten a las invenciones ilustrativas de los dadaístas y los protagonistas del nuevo realismo.
Una pintura así sólo puede originarse en la rigurosa luz del sur de las sombras negras y contornos claros, únicamente en constante diálogo con la na- turaleza y su dureza, belleza e inmensidad. El ejemplo de los grandes antecesores hace que Mesquida se incline hacia una escasa citación de fórmulas ilustrativas y elementos, dando paso a la apropiación de un autocontrol interior seguro.
Algunos aspectos de una de las creaciones clave del artista, “l’altra dimensió”, son descritos brevemente aquí.
El cuadro muestra tres figuras. Al fondo de una severa estructura composicional del espacio imaginario dividido de forma centralizada ver- tical y horizontalmente; pueden verse tres figuras. Sus contornos muestran una clara delineación realizada mediante una ancha y negra pincelada. La figura de la derecha y la izquierda han sido recortadas en cada caso por los bordes inferior y superior respectivamente. Ambas figuras laterales, cabeza y tronco... torso respectivo. Podrían ser también elementos integrantes de una única figura única en collage cortada en partes por separado. El cálido colorido del encarnado contrasta con los tonos en azul y violeta de su entorno que confiere el fondo; asimismo el negro de la parte superior del cuadro resalta aún más la luminosidad de los cuerpos. La figura central, que en cierto modo imita el gesto de un nadador flotando, despierta múltiples asociaciones. Pueden verse tres ojos; son parte integrante de esta figura central. Su disposición y el modo en que están pintados alega un lenguaje imagi- nario diferente en cada caso. El primer ojo aparece hiperdimensional y en la parte frontal y no en la lateral, donde habría sido de esperar. El segundo y tercer ojo, de los cuales el que está más lejos recuerda a la pintura del Renacimiento, mientras que el otro más bien revela el gesto expresivo del siglo XX, pueden ser también interpretados como parte integrante de un nuevo rostro ovalado que parece estar observando de frente al espectador.
La confusión de dimensiones se incrementa en función de los elementos escripturales, mientras que la sentencia en tiza sobre fondo negro es fácil de interpretar. La amplia y ornamental banda con grabado en el centro ha sido invertida.
El espectador se convierte, en cierto modo, en el espejo o en el que se halla en aquella dimensión que yace al otro lado del espejo.
Asimismo, en la sucesión de imágenes, “Metamorfosis”, se complementan entre sí trozos de imágenes en collage –con frecuencia recortes de periódico, casi siempre pintados por encima sin reconocimiento posible–, aplicaciones cromáticas y colores más claros además de elementos escripturales. La disposición del espacio imaginario en múltiples marcos superficiales, genera varios niveles, con lo cual las figuras interiores son capaces de salir de sus marcos. Hacen casi el efecto de protagonistas recortados del teatro de miniaturas o marionetas. En algunos grabados, la cruz remite al tema de las ma- rionetas, en el No 8 se muestra una marioneta sujeta a unas cuerdas. Las insignias del poder caracterizan algunas figuras, otras llevan un sombrero rojo, tienen una nariz roja y puntiaguda o llevan la máscara de la comedia dell’ arte de Brighella y Arlecchino.
Como en un juego grotesco se encuentran las figuras que se componen de una variedad limitada de elementos formando siempre nuevas figuras. Motivos recurrentes son siempre la mano y el pie, el guante, el pájaro, el pez y la bicicleta. En el no 6 en lugar de los pies, se ha utilizado un figurín que apenas consiste de un traje en una percha. En lugar de manos se ven dos guantes, que aparecen sujetos a espirales. En el no 8 un torso con corbata y cuello lleva una máscara, una de las piernas ha sido trazada como esqueleto en forma lineal convirtiéndose en memento mori teatral...
Estas ejecuciones son capaces de describir sólo algunos caminos del laberinto de la interpretación; de manera similar a André Bréton, que consideraba “la restauración de la comunicación” como cometido del arte, postula Mesquida: “la pintura es una vía para la comunicación” – Previamente en el encuentro entre creador y receptor se origina una totalidad, completamente diferente en cada caso, que abandona el espacio de lo descriptible.

Gisela Wrede. Berlin, 2009